viernes, 17 de agosto de 2007

Inconexos pensamientos de una volá


Me golpea el alba avisándome que no me recuerda, dándome de bofetadas para despertarme de ese trance embobado que me regalo la noche traidora. Es cuando me doy cuenta que mis manos están vacías y solo queda una cola en el velador esperando ser terminada. Cojo un cigarrillo maltratados por el aplastamiento brutal de la noche.
Lo enciendo sin culpa. O quizás con un poco. Dejo mi mirada quieta en la nada esperando no perturbar a nada ni a nadie, desaparecer de unas cuantas vidas que no me desean. Seria un buen plan. Voy dejando la ceniza en un recipiente de plata que no me trae más que oxido a mi pieza cubierta de humo. Tomo la cola del velador, la pongo cuidadosamente en una pipa y procuro ahogar mis penas y vacíos en bocanadas de hierba.
Mis ojos se van cayendo y mi boca abriendo y a chorrear sangre de mis narices. Llevo mis manos a los ojos intentándolos poner en su lugar inicial. Tapo mi boca con un grito desesperando de agrado y la sangre que no cesa.
Comienzo a reírme del infortunio, de la adversidad, de mi bendita desdicha y ya no es solo el humo el que me ahoga, sino la sangre de mis narices que simplemente decidió no parar hasta asfixiarme. No me preocupo, solo me río y escupo en sus fotos, en sus días y noches, en sus ganas de amarme, de odiarme, escupo en sus ganas de matarme. Luego le pido un beso, y aunque un aullido me responde quedo presuntuoso, y por lo menos logro decirme que no se podía mas, engañándome, claro. Haciéndome creer que es natural tanta soledad aplacada en dolor.
Miro un par de veces a mi alrededor y se que me encuentro encerrado, pensando, volándome. Escribiendo letras de canciones en un cuaderno que luego se esconde bajo la cama. Comparando mi FOME y estúpida realidad con la de algún loco que todavía no cacho. Y que quizás nunca lo conoceré, quizás lo golpeare, o me matará. No me quiero arriesgar a ponerle un nombre, ni sexo. Me sentiría manipulador de mi falso destino creado en una tarde mega volada.
Yo cacho que esta volada es mas introspectiva, pero no me voy por las chuchearías de la paranoia y esas imbecilidades es mas rico pasar la volada pensando en futuros falsos; como quizás una linda familia en el campo, o quizá solo un buen entorno que te quiere o entiende. Sostengo.
En todo caso la nariz sigue sangrando y talvez no pare. Mis brazos están rojos pero por suerte mi polera bonita negra linda no lo esta. El suelo del baño párese de estigma o una película así de sangre y voladas de gente que mata más gente.
Me miro al espejo esperando verme pasivo y amable y me veo como un boxeador maltratado y con doping impositivo. Sonrío intentando ver si tan solo era mi mueca de asco la que me daba la apariencia de tanta repugnancia. Y no… era mi cara, hasta mi sonrisa parecía la de un psicópata boxeador maltratado con doping impositivo (en diferencia a la otra cara, es que el boxeador era bueno… o trataba de ser bueno con la gente, pero no dejaba de ser detestablemente feo. Mientras este tiene la mirada perdida, una sonrisa demacrada y sangrante y expresión de deseos de matar a alguien) asustado deserte del baño y me cubrí la cara con una toalla blanca, blanca, que se pintaba roja, roja. Y mientras pienso que mierda are con la toalla roja, me doy cuenta que realmente la cola estaba bien buena. Logre llegar a una conclusión; diré que la toalla era blanca pero al entrar en contacto con la sangre se iba tiñendo de rojo. Muy de a poco. Pero a quien le iría a contar. Y además a quien mierda le importa por que la toalla estaba mojada, o roja, o verde. Tal vez la encontrarían linda y me ago diseñador de toallas de baño, pero que lata terminar viviendo en una casa decorada como por Casa Ideas y trabajando en la misma como el loquito que cacha de la volada de los colores en la toalla.
Maldita sea. La sangre no para. Esto se estaba volviendo angustiante y cada vez mas mierda. Que hacer con mis ojos rojos, mi cara ensangrentada, la pipa vacía y sus ojos pardos lindos, lindos, su cara casi perfecta y sus ganas, buenas ganas de cualquier manera. Igual es triste yo creo, pero quiero dejar el sentimentalismo hasta acá, sino seguiré con las voladas depresivas, y en realidad quiero estar feliz, solo pero feliz. No, no quiero estar solo, aunque a veces es lisonjero estar solo cachando que cosas son las que uno piensa y no se da cuenta por el ruido de la gente o las cosas.
Encontré otro cigarrillo escondido detrás del cenicero. Bienvenido seas, pienso mientras con ansias y cuidado busco el encendedor en mi chaqueta, procurando no mancharla con la sangre que cubrían mis entorpecidas manos por el frió que hace adentro de la casa ya que afuera igual hace calor. Prendo el cigarro con una sonrisa boba, y dejo que entre el veneno en mi cuerpo. Yo cacho que algún psicólogo diría que son pulsiones de muerte o algo por el estilo, pero yo creo que es mas por la sensación de hacer algo y no morirme en el aburrimiento de una tarde solitaria y basta de irregularidades y pulsiones, pero no de muerte, no quiero hacerle el favor a ningún psicólogo, ni tampoco quiero pagarle. Aunque en realidad no tengo psicólogo ni nada de eso de ayuda externa, para eso llamo a paciones pienso yo quizás tal vez en volá.
Son las dos de la tarde y no he comido nada. Creo que el hambre no es lo mió ahora. Aunque no puedo mentir diciendo que no me tentaría un plato con alguna u otra cosa rica, rica.
Recién se me ocurrió poner música para hacerme el loco con el hambre. Me acorde de un imbécil de algún lado que me dijo alguna vez que el hambre lo crea la mente. Y que puedo vivir sin hambre. Por lo menos hasta las tres y media. O un poco mas tarde. La música me entretiene un tanto y creo que controla el fluido de sangre que sigue de mi nariz al suelo y/o a la toalla que esta ya en exceso roja, con un tinte café de coagulación. Ya me da asco tomarla de nuevo para dejarla en la tina a remojar.
Mierda, el cigarro se termino. Seguí mis caladas hasta el colchón, la del angustiado o la del distraído. Filo, pienso total, puedo buscar una gamba mas para ir a comprar un: ¿Tía me da un derby corriente suelto? Y posiblemente después de eso podría comer algo. Auque me veo totalmente ignorante a lo que guarda la alacena y el refrigerador. Confió en encontrar algo rico de y de preparación fácil, ya que hoy no me las doy de chef. Hoy me las doy de loco con hambre, bajón, volado y que quiere sentirse bien en un sábado FOME.
Siento acuchilladas en la espalda, creo que es por el arqueo innecesario que adopte para escribir, escuchar música, y fumar al mismo tiempo.
La sangre de la nariz ceso el flujo. Y como es natural dejare de escribir e irme en la volada del loco FOME que no tiene nada que hacer.

lunes, 13 de agosto de 2007

Tenia el codo sobre la mesa, la mano sosteniendome la cabeza. La otra con un cuchillo de mantequilla que miro concentrado para sacarle filo a pura mente. Para asi tirarlo contra la pared sucia y grasosa de la cosina enferma de fritanga y salchichas rancias. Queria evitar vambaleo de la maldita mesa coja y en un mal movimiento me corte la pierna izquierda. Pegue un grito estremecedor y me puse palido al ver las cascadas de sangre que caian de mi pobre ex-piernecita izquierda. La tome asustado y temblante intente ponerla en su lugar. No encajaba. A lo que me doy cuenta que era mi pierna derecha la arrancada y la izquierda simplemente no estaba.
La busque por toda la cocina. El horno, la olla, el water. Nada. No estaba. Detube la busqueda ya que me era bastante incomodo caminar con solo la mano derecha, ya que la izquierda se trabo en el horno y tube que cortarla.
La cocina estava llena de sangre y el maldito cuchillo que seguia sin afilar. Me arrastre hasta la maldita mesa irregular de color Rosa Carmín pa' los amigos. Y la silla gris, fome y cursi. Saque de improviso unos cigarrettes aplastados de un volsillo a la altura de a rodilla sangrante revanada que estaba debajo de la mesa irregular de color Rosa Carmín pa' los amigos, debajo de la silla gris fome y cursi. Lo encendi y sin quierer me queme el pelo. Calvo y casi sin extremidades a quien ira a enamorar. En lo que suelto un gemido casi patetico que cae de lleno al cuchillo mantequllero. Este que se afila y entra a cortar la "yugulare" y sangre ke sangre hasta que cayo mi cabeza y rodando choco con mi brazo en el horno donde cocinamos 30 minuitos a fuego lento, sasonamos cn hiervas tropikaleeeee y listo para la alacena que se pudra detras de los tallas y los arrozzzezzz las salsas de tomatoes y champignones.

domingo, 5 de agosto de 2007

Dos Casi Cosas Importantes


Casi poema de amor

Tristes segundos fallidos que marca un reloj descompuesto por el tiempo. Tiempo de tu ausencia, cual intente llenarlo con manifestaciones (falsas) de buen criterio y de sonrisas imperecederas. Claro, solo a quien iría a influirle mis gestos ilusorios.
Pienso en ella. Si que lo ago, y es un problema. Un buen problema que ocupa mis sentidos y mi efímera memoria. Temo volverme dependiente de sus labios y después morir en un segundo al separarlos de los míos. Temo quererla mas de lo que me permite mi capacidad de sentir, me veo caducar al tenerla pegada a mi susurrándome un par de mentiras y unas cuantas verdades al oído. Pero que más da. Quiero perder la vida en un segundo aferrado a su pecho, curioseando en su mente, leyendo su alma. Quiero ganar la vida en otro segundo uniendo nuestros cuerpos, sincronizando los latidos, mojándome con su sudor puro y exquisito y nacer en un orgasmo que avisa la llegada del alba. Luego a la mañana darle sorbos de olvido para no sufrir entre las sabanas enfermas de traición



Poema de casi odio interno (oído interno)



Es inevitable mi odio intrínsico a la gente. Las ganas de exterminarlos o que me exterminen, para acabar con mi puta rivalidad creada por mi mente caótica y ansiosa.
No se si es su educación perversa y esquemática la que me enferma y hace mas ineludible el sentimiento mas oscuro de mi alma podrida en incomprensión.
No miento, las ganas me sobran de romper en conciencia y bañarlos con mi sangre hirviente en ira e irracionalidad. Que esta se les meta por los oídos, narices y boca, llenándolos de mi maldito odio sin cura.
Tal vez yo sea el enfermo que solo logra encerrarse en su cochino odio y escupir palabras malditas sobre papel. Total que? Son las amarras que niegan la expresión, la ley. La impotencia mas explícitamente, la nulidad de mis actos, palabras y escritos. La absoluta nulidad del existir, de mis mediocres actos, palabras y escritos. De mis soluciones falsas, falsas sonrisas. Falacia de expresión.
Todavía no deseo cambiar y aunque lo desease no podría. Mi odio es un animal vivo que recorre mis venas y mi mente ocultándose en mis entrañas. Matarlo a el seria matarme a mi. Matar mis desdichados actos, palabras y escritos.

jueves, 2 de agosto de 2007

La mañana de invierno rutinaria.




Comienza con la melodía aguda y estruendosa que me hace despertar con desgano de madrugada de invierno. La brisa que se cola entre las grietas de la ventana me choca en la cara dándome el pase para levantarme de mi lecho hacia el nuevo día que quizás nefasto por la rutina me haga volver al principio. Por fin logro levantarme prorrumpiendo sonidos roncos y guturales que se desvanecen con la displicencia mañanera. Camino con pasos lentos y pesados hacia el baño, miro mi destruido rostro en el espejo y titubeo mirando la llave que me obliga a salpicarme con agua congelada para sacar el peso de alguno que otro sueño que me meció anoche.
Me lleno las palmas abiertas, aun oscilando y me la tiro a la cara refregándome para lograr sacar hasta la más mínima partícula que me haga volver a la cama rendido. Vuelvo a mirarme al espejo, esta ves con la cara entumida. Busco el sepillo mientras pienso “hoy no desayunare”. Reválso el sepillo con pasta de diente, la mojo, y me la llevo a mi boca aun calida, y empiezo a cepillar. Veo mi gesto inmutado y tambaleando el brazo suelto el sepillo para enjuagarlo y volverlo a dejar donde lo encontré. Me lleno la boca con agua y escupo los restos de pasta al lavamanos.
Salgo del baño, y me saco la ropa lentamente. Primero la polera que ocupe para dormir, dejando mi torso expuesto al frío que me penetra como cuchillos entre mis costillas. Luego va el buzo y los calzoncillos hasta quedar completamente desnudo mirando la cajonera. Saco unos calzoncillos limpios esta vez, unos pantalones, quizás los mismos que usé ayer. Luego una polera, veo las poleras vacilando y tomo primero una negra, la examino para ver si le pillo alguna mancha, luego me la calzo. El frío no se va. Tomo un chaleco y mi chaqueta.
Desconecto mi celular y me pongo los audífonos. Reviso en mis bolsillos y encuentro una cajetilla de cigarrillos. Quedan dos.
Salgo de mi pieza aun descalzo, subo las escaleras intentando dejar el silencio que ya había. Entro a la pieza de arriba, esta algo desordenada. Entre ropaje y andrajos encuentro un par de calcetines distintos. Bajo con ellos en las manos y busco mis zapatillas a la entrada. Me pongo con calma los calcetines y las zapatillas. Asomo el celular “Chucha, estoy tarde’’me digo viendo el reloj que marca las 8:10.
Apuro el paso saliendo de la casa, saco un cigarrillo y lo prendo temblando por el frío. A lo lejos veo pasar la micro, maldigo para mis adentros y sin darme cuenta por el volumen de la música en mis oídos suelto un refunfuño. Apresuro el paso llegando tarde al paradero vacío.
Viene la micro acercándose, frunzo el seño para ver cual es “505 peñalolen-cerro navia”
Corro para dirigirme a la puerta trasera, la cual se habré dejando bajar a un par de señoras con bolsos y cosas así. Me subo entre empujones y me siento en un escalón. Veo desde atrás el reflejo de la cara del conductor emputecido mirándome. Miro por la puerta el sórdido paisaje horrible. La micro para en uno que otro paradero en el que algún pasajero grita enardecido al conductor indiferente.
Se abren las puertas y bajo intentando hacer la del “heladero” pero sin resultado. Miro el semáforo y corro esquivando autos que me amenazan con bocinasos que ya ni importan. Veo el reloj “8:27”, y camino tranquilo esperanzado en la buena voluntad de quien se aloje en la puerta esta vez.